Keblinger

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A quien pule el granizo

| miércoles, 27 de febrero de 2013


Ofrecimiento, de Aurelio González Ovies
Camina poesía en San Miguel de Allende
Instituto Allende, el 27 de febrero de 2013

A quien pule el granizo
y al que lo esparce,
ignorando si aún cae
sobre la tierra.
A quien lava la nieve
y a quien la parte
con blanca exactitud muy copo a copo.

A quien recuerda sólo
los mejores momentos
y vierte el infortunio en el olvido.
A quien conoce el nombre de las plantas
y los supersticiosos remedios
de sus pétalos.
A quien nunca acató las órdenes
supremas del que mata muy dulce
al propio semejante.
A quien nunca ha pisado tierra firme
porque nunca ha salido de palacio.
A quien se pincha y sangra.
A quien cree que la cera de una vela es eterna,
que la fogosidad,
la pasión verdadera,
se funda en una noche y dura
para siempre, sin apreciar que el siempre
es el siempre de siempre que siempre
y siempre y nunca ha estado.
Para aquel que almidona las alas
de los ángeles
antes de la alborada
y sus tardas cuadrigas.
El que entra en el amor y queda
definitivamente.
El que amó aquella noche por vez primera
y última.
El que hace del placer su mandamiento.

A lo mejor...

| viernes, 22 de febrero de 2013

Canción posible, de Aurelio González Ovies
Camina poesía en San Miguel de Allende
Parque Juárez, el 22 de febrero de 2013


A lo mejor serás un príncipe, muchacho,
y tienes un palacio grande como un siglo
y huéspedes que comen en tu mesa,
alumbrada con candelabros de oro,
manjares y grosellas.
Y un campo de lavanda para pensar las leyes.
A lo mejor, quién sabe, eres obrero
y vives en una casa humilde
con una puerta sólo
y algunos habitantes que te aman
y compartís un pez y un vaso de agua.
No importa, qué más da.
No importa que tú seas poderoso
o pequeño.
No importa que seas nada.
Envidiarán tu nada o tu excelencia.
Somos así los hombres.
Levantarás sospechas igualmente.
Y en tu infinito
soñarás que quisieras.
Que quisieras soñar, si fueras príncipe,
a lo mejor, con un abrazo de alguien
que te ama.
Si eres obrero, quién lo sabe, con un palacio
grande
y un campo de lavanda. (Para Bius)

Arquitectura de las ruinas

| miércoles, 20 de febrero de 2013


Arquitectura de las ruinas, de Aurelio González Ovies
Camina poesía en San Miguel de Allende
Instituto Allende el 20 de febrero de 2013


Antigüedad
mujer hermosa
con ojos pompeyanos
que lleva cestos
de sombra
hasta las viñas
Mar
que se mira
en un espejo
y se serena
antes de que
la vean
amanecer las naves
orgullosas
Mujer
lanceolada
con los pechos
en púrpura
que visita
los templos
y pestañean
las lámparas
de aceite
Cintura de la juventud
de la columnas
melancolía
de la flor de
la manzanilla
que te hace
aniversarios
en latín
al lado
de las losas
Mujer
vestida de ceniza
y rayo de luna
que en la noche
te han visto llorar
sobre un mosaico

Pasabas
levemente
los dedos
por la desvanecida
sonrisa
de los padres
queridos.

Me entristece el mundo

| martes, 19 de febrero de 2013


"Me entristece el mundo", de En Presente, de Aurelio González Ovies
Camina poesía en San Miguel de Allende
Fraccionamiento El Secreto, el 19 de febrero de 2013.

A Tuli

Me entristece el mundo.
Ya nunca más podremos ser jóvenes,
mirarnos con vergüenza
mientras estamos solos,
indagar en la noche el sabor de la niebla;
ya nunca más investigar tu cuerpo
cuando el sol te recorre como una lagartija
o conquistar las playas o abrazarnos
un segundo apenas sobre los cuchicheos
de las olas.
Qué pronto llega todo, qué pronto escapa,
sobre todo,
la belleza de estar viviendo a gusto,
de imaginarse libre mientras cruje el verano
y poder darte un beso más tarde de las once.
Y bordear tus rasgos
con la cintura azul de una genciana;
sobre todo, qué pronto muere el cuerpo.
Sí que me entristece
ver la luz reflejada en las tardes del agua
con forma de canción
o preguntarse a veces
donde os habrá esparcido el aullido del faro.
Es difícil palparse las estrías
y no acordarse un poco
de vuestra voz tostada como la adolescencia;
desenvolver un año encima de la mesa
y barajar a medias la nostalgia
y entrar en los perfumes
y marchar vida atrás por un domingo
en que no habita nadie
más que el viento.
Es verdad que me entristece,
que después de haber roto los recuerdos,
las cartas que escribíamos,
miramos si es posible
reconstruir la ausencia, los pliegos
en que hablabas
de no sé qué concierto
o el cierre del bar de los acantilados
donde siempre acudíamos a última hora.
Es verdad que me duele vuestra mirada turbia
de queimada y tabaco,
que mi puño se enrosca
como una caracola con el rumor
de vuestras carcajadas.
Y me entristece el mundo y más que nada
comprender tan así
que solamente somos un tópico
que oculta la rapidez del tiempo.

Junio en febrero

| jueves, 7 de febrero de 2013




Poema "Junio" del libro Nada, de Aurelio González Ovies
Camina poesía en San Miguel de Allende
Barrio de la Aldea, el 7 de febrero de 2013


Para Marta (Trucha)

JUNIO era azul y alto como los cielos de los sueños.
Chirriaban los grillos, los brezos crepitaban. Calor a media tarde...

Y mi madre decía: no quites la visera.

Recuerdo que Ramón y Quico, con sus ponchos
de jipis, tocaban la guitarra,
debajo de la higuera
cantando a Mocedades y a Agua Viva,
y mi hermana pegaba en los brazos y piernas
calcamonías de lunas y de Camilo Sesto.
Ser feliz día a día era un corto trayecto: rastrear
las camadas de las gatas paridas,
ser el mejor tirando con gomero...

Un verano pasaba más despacio
que ahora toda mi vida.

Y mi madre decía: diviértete y sé bueno.

Y yo amaba a mi madre por encima de todo,
por encima de dios, sobre todas las cosas
y quería abrocharle al cuello un arco iris
y ella me prometía comprarme una laguna
con juncos y libélulas y renacuajos grandes
para detrás de casa.
Yo soñaba con nidos y regatos. Y Marta,
mi reina en nuestro reino,
siempre estaba conmigo, tanto si era viviendo
como si era soñando.

Y mi madre decía: la mitad para ti y la mitad para Marta.

Recuerdo el eucalipto y un bullicio de pegas
y la mar a lo lejos y su luz poderosa
entre verdad y plata
y a Juana que pelaba patatas a la puerta
y escuchaba seriales en la radio.
Por esos días, un día, anunciaron la muerte de Cecilia y Nino Bravo.

Y mi madre decía: qué vida más ingrata.

Muchos años después, o nada o la nostalgia.

Por el sol es la hora

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Poema XII de Vengo del Norte, de Aurelio González Ovies
Camina Poesía en San Miguel de Allende, Guanajuato
Calle Aldama, el 6 de febrero de 2013


XII

POR el sol es la hora de empezar a soñar;
recoge los aperos de la vida,
la realidad aquí -ya te lo dije- tiene la tierra
seca, ha sido abandonada.

Nadie es verdad más que los muertos
a pesar de sus siglos.

Nos acostumbraremos a existir al revés
como la calumnia,
surgirás con el apetito de la envidia.

Olvidaremos todo lo que fuimos,
aunque nuestros padres lloren desde los astros;
y no tendremos nombre
para que nadie nos confunda desde ahora.
Nuestra casa estará rodeada de épocas,
de meses boreales.

Nos acostumbraremos a levantarnos pronto
para esperar el tiempo en otra parte
donde los labradores pongan la leche fresca
al borde del camino,
donde los trenes rompan la pereza del alba,
donde la primavera anide en los aleros de tu mirada
esdrújula.

Por el sol es la hora de deciros
que estoy enamorado
y que he venido aquí para dejar encinta a la geografía.
Vuestra historia me gusta porque baila desnuda
cuando llegan los huéspedes
y sus pechos morenos vibran infatigables.
Quedaremos aquí;
nos enseñaréis a pronunciar las sílabas del gozo,
a escribir las tablillas del deseo,
a conjugar la ley que nunca habéis violado,
a vivir sin el fugaz atuendo de los hombres.

Es tarde.
Las estrellas empiezan a salpicar la noche.
 

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